Egresado de la Universidad del Magdalena, donde se desempeñó como catedrático del alma mater, el licenciado Alberto Rafael Carrillo Guzmán me ha solicitado amablemente que prologue su libro “El Copey Cesar Cincuenta años de Vida Municipal”, lapso durante el cual nuestro suelo se jugó el porvenir.
Al distinguido profesor, rector actual de la Institución Educativa Colegio Integrado Montelíbano, quien también fuera secretario de educación y ex gerente de las empresas públicas de El Copey, me une el sentimiento de coterraneidad y una pasión común por las humanidades. iAnte todo mis reconocimientos!
El libro está dividido en cuatro partes: I. Generalidades sobre el entorno del municipio, su división política, su poblamiento y los orígenes del nombre y las insignias. II. La evolución político administrativa, las rentas, la vida como corregimiento, la misión para la creación del municipio y sus protagonistas. III. El tortuoso comienzo y la evolución municipal. IV. Los alcaldes y sus perfiles y la fuerte crisis político administrativa del municipio y su restauración.
Su relato posee un estilo llano y coloquial, sin pretensión distinta a la de dar sentido histórico (real) a un pedacito del país vallenato; el más caro a nuestros afectos: El Copey, conocido también como La Villa del César. iY qué villa! Es tal, que se perfila como uno de los más confortables y amigables vivideros de la región, con un pujante centro urbano hermoseado por especiosos paisajes cuyos laboriosos y festivos moradores mantienen una firme vocación de paz, persiguiendo incesantemente la felicidad.
La investigación realizada penetra el recuerdo inédito del terruño, y en ella se nota el empeño del pedagogo para dar a la luz un libro cuyas páginas describen su entorno y recogen sus más memorables acontecimientos. El estudio se redondea con el glosario de los cuarenta y siete burgomaestres que condujeron su destino durante estos diez lustros. Sus biografías, si bien sumarias, dan cuenta de sus vidas y milagros; y las imágenes incluidas, que son un afectuoso recordatorio, darán vida a una galería en el ayuntamiento.
Como “Sólo la memoria nos puede salvar de la discontinuidad y de la muerte” (Proust), se celebrará este quincuagésimo aniversario con la publicación del libro cuyo contenido es la mejor vía de acceso para conocer el proceso de nacimiento y desarrollo de El Copey. En su génesis todos los ciudadanos pusieron un grano de arena, empezando por José Antonio “Loño” Gutiérrez, su primer poblador. Y en su transformación se destaca la acción de los alcaldes, la del gobernador Abraham Romero Ariza, mi condiscípulo en la educación básica primaria, y la actuación de los diputados nativos a la asamblea del César, entre los que descuella José R. Orozco Aragón, más conocido como el “doctor Orozco”. iEs un libro escrito con mucha calidez!, que se refleja en la prosa del autor y en el reconocimiento a los distintos liderazgos.
En primer lugar a la Junta Cívica integrada por Sinforiano Restrepo Ariza -primer alcalde-, Calixto Anaya Yepez, Salomón Eljaiek Herrera, Andrés Pereira Fontalvo, Armando Núñez Pérez y Hernando Miranda Lobo. En segundo lugar a los restantes artífices del proyecto de conversión del corregimiento de El Copey en municipio: otro grupo de notables que reunía en su seno las diversas actividades representativas del municipio: comercio, ganadería, agricultura de pan coger y a gran escala con que se forjó la cultura algodonera; hoy subrogada por megacultivos de palma africana. Aglutinadas estas fuerzas, se logró el cometido después de muchas vicisitudes. Y así la empresa bienhechora de convertir El Copey en municipio se cristalizó el 3 noviembre de 1971, cuando se tiró la casa por la ventana durante una apoteósica celebración en la residencia de Luis Caballero Serna.
Otro tributo de gratitud se rinde a Orlando Enrique Vides Duran, ex presidente de la junta de acción comunal, ex concejal y autor de la letra y música del himno municipal. Asimismo a Manuel Antonio Vides Chávez y Manuel España, cuyos apuntes sobre el desarrollo poblacional de El Copey fueron de utilidad.
Ninguna contingencia pudo impedir la confección de esta trabajo investigativo. Ni siquiera las restricciones impuestas por la pandemia que tantas vidas ha cobrado y que aún se abate sobre el mundo. Y es que la obra sabiamente viene a confirmarnos que no es posible asimilar el presente sin referenciar el legado de los antepasados y ascendientes, quienes en este caso, con un empujón nos sacaron del estancamiento y del atraso. Haciendo memoria, cuando mis recuerdos del pueblo no estaban todavía idealizados por la nostalgia, yo lo evocaba como lo que era: una aldea polvorienta y ardiente. Ahora, en cambio, mi fantasía se confunde con la realidad que a su vez se identifica con el progreso impulsado por aquellos quijotes. Y lo veo como un vigoroso centro comercial y agropecuario; como una Arcadia industriosa, floreciente y próspera.
De los principales protagonistas de la obra, los ex alcaldes, donde el autor ha puesto el énfasis, no sólo se investigó su vida pública sino la privada con el propósito de revelar las múltiples facetas de aquellos dirigentes provinciales, que ejercieron sus funciones con dedicación y esmero aun en las etapas más críticas de la seguridad regional.
No puedo dejar de loar sus cualidades como ciudadanos afanosos, emprendedores y de buena voluntad. Algunos de los cuales, ofrendaron sus vidas en el altar del deber durante la cruda violencia que estremeció el país en décadas pasadas. Pero estas son heridas ya cicatrizadas. En el caso de mi padre, cabe exaltar su delicado liderazgo, su hombría de bien y su rectitud, sin prestar atención al aforismo que la compara con un capital de irrisorio rendimiento.
Las imágenes estampadas en las páginas que cierran el volumen aluden al año 1972; una espléndida primavera durante la cual se realizaron tres grandes acontecimientos sociales, guardados también en los camaranchones de nuestras conciencias:
– El Copey salió de las tinieblas. Y “iFiat lux!”, con la llegada e instalación de la primera planta eléctrica destinada a prestar el indispensable servicio de energía, hecho que se consolidó en 1985 con su incorporación al sistema de interconexión eléctrica.
– Trini Daza Sierra es coronada reina de la primera feria de exposición pecuaria. Y todavía brilla como una “Rosa de Sarón”, a la par de las inmarcesibles “Flores copeyanas.” Era el tiempo en que estábamos por finalizar nuestros estudios básicos secundarios y nos las pasábamos bien con nuestro círculo de amigos: Juan Hasbun Núñez, Franklin “Palacio” Pineda Mercado, Joaquín Fernández Mozo, Darío Sierra Cantillo, Poncho Restrepo Urbina, entre muchos otros.
– Luis Enrique Martínez y Rosalbina su esposa celebran sus bodas de Plata con la participación de un puñado de sonados acordeoneros y compositores. Me conté entre los participantes. Fue un jolgorio para pasarla en grande a la manera de Aureliano Segundo; fue una fragorosa parranda de tres días, como diría nuestro Nobel. El corolario fue un hermoso canto vallenato.
Ahora bien, haciendo un balance de mi existencia, los años vividos en Barranquilla y Bogotá vienen a ser positivos, sin embargo, yo he estado siempre en El Copey (nombre que proviene del exótico árbol de Cope) siguiendo el ejemplo de mi padre, quien, por la magia del recuerdo, nunca se fue del pueblo.
Por: WILLIAM CABALLERO RESTREPO
Abogado
