En el patio de la casa de Mercedes Morales, ubicada en el barrio La Granja, en Valledupar, el joven acordeonero Guillermo Morales López, comenzó a moldear la voz de Diomedes Díaz. Después, lo acompañó a presentaciones y parrandas, pero lo que nunca pasó por la mente de ‘Guille’, como se le conoce, fue que “Diome’, el pichón de cantante”, como siempre lo llamó, llegara demasiado lejos en la música vallenata.
A ‘Guille’ se le ubicó en su tierra Chimichagua, Cesar, para que contara esta historia 49 años después. “Los dos estudiábamos en el año 1974 en diferentes cursos del Colegio Instpecam de Valledupar, y como cada semana se realizaban actos culturales yo tocaba mi acordeón y cantaba. Allí lo conocí, y me dijo que era cantante, que había dado sus primeros pasos musicales con su tío Martín Maestre, allá en La Junta, su tierra”.
Sin parar, continuó su relato: “Comenzamos a realizar presentaciones, primero en nuestro colegio y después en otros centros educativos. También en parrandas y en algunos barrios donde hacían fiestas. A nosotros, a veces nos chiflaban, también nos aplaudían y así íbamos. En aquel entonces tocábamos, entre otras, las canciones ‘La negra’ y ‘Morenita’, que era la que más le gustaba a ‘Diome’, porque era paseo y la pasábamos a merengue, para hacerla más rápida”.
Dos años después de la unión, el acordeonero ‘Guille’ Morales indicó que Náfer Durán le comentó que estaba buscando un cantante. “A ‘Naferito’, quien era amigo porque visitaba mi casa en Chimichagua, le recomendé a ‘Diome’. Incluso, lo llevé donde él estaba alojado. Después, supe que gracias a la gestión del acordeonero Emilio Oviedo, grabaron el disco que se llamó ‘Herencia Vallenata’. En ese disco saló el éxito ‘El Chanchullito’. Entonces Guille cantó uno de los versos. “Te mortifica mi ausencia, no sé por qué morenita. Me quieres tener cerquita, en la luz de tu presencia”.
Enseguida, vino la pregunta: “¿Por qué no grabaste con Diomedes Díaz?”. Sin inmutarse respondió: “Éramos apenas unos estudiantes. Antes no era fácil grabar. Lo de Diome se logró porque ‘Naferito’ tenía un gran reconocimiento. Se había coronado como Rey Vallenato (1976), y era hermano de Alejo Durán. Todo eso influyó”.
Nuevos horizontes
Al poco tiempo y ya graduado de bachiller, ‘Guille’ Morales partió para su tierra Chimichagua, donde se casó, comenzó a trabajar como conductor de tractores, camiones y se desempeñó como mecánico. Eso sí, tirando de vez en cuando sus “Mochos” de acordeón en parrandas y algunas casetas donde era invitado.
Actualmente, su línea musical la ha seguido su hijo Leonard ‘El Kato’ Morales. “Estoy muy satisfecho con mi hijo, porque ha seguido mis pasos logrando grabar y convertirse en profesor de acordeón. Eso es muy gratificante. Es como prolongar aquello que dejé en el camino, para forjar el futuro de mi familia que era lo primordial”.
Tocado por la nostalgia, añadió: “Claro, nunca olvido las distintas presentaciones en los pueblos, donde era bien recibido, aunque el pago era poco. Eran otros tiempos en el cual primaban más los aplausos y el ron, ese que nunca faltaba. Ahora, los músicos tienen diversas oportunidades y ganan grandes sumas de dinero”.
‘Guille’, sentado en la puerta de su casa, recordó los años en que acompañó a Diomedes Díaz. En medio de la charla pidió el acordeón y le hizo parir varias melodías, que hoy hacen parte de la historia musical del hombre que no solamente se convirtió en el más grande vendedor de discos vallenatos, sino que se ganó un Premio Grammy Latino. Además, fue el cantante que tuvo la mayor cantidad de hijos, producto de su gran amor por las mujeres, esas que no se cansó de exaltar en sus canciones.
“Las salidas que tiene un corazón de un hombre como yo, sentimental. Son salidas qué solo sabe Dios, el cuándo y cómo debe circular. Ay morena, no me vayas a olvidar”.
También contó que Diomedes Díaz se presentó en Chimichagua con Nicolás Elías ‘Colacho’ Mendoza, el 28 de diciembre de 1983 en el Teatro Municipal. Hasta allá fue ‘Guille’ a saludarlo y recordar las veces donde su acordeón estrenó la voz de ‘El Cacique de La Junta’.
Esa noche decembrina, en el marco del evento denominado ‘Reencuentro con Chimichagua’, el compositor Camilo Namén Rapalino interpretó por primera vez la canción ‘De la misma manera’. Diomedes Díaz al escucharla le prometió grabarla. Así sucedió al año siguiente en el trabajo musical ‘El Mundo’, acompañado del gran ‘Colacho’ Mendoza.
¿Y ese es el acordeonero?…
Entre las anécdotas que tuvieron lugar en el intermitente trabajo de Guillermo Morales como acordeonero, aparece la ocasión en que hizo una presentación con un grupo vallenato en La Gloria, Cesar, donde conoció a una hermosa joven que quedó encantada con su figura y su estilo.
Esa noche hablaron poco, pero ella apareció en la mañana a despedirse y lo encontró en la sala de una casa en construcción donde se había alojado. Él estaba acostado en una pila de arena donde aterrizó después de llegar embriagado. La joven al verlo en esas condiciones, preguntó. “¿Y ese es el acordeonero?” Al darle respuesta afirmativa se fue para nunca más volver.
Cuando ‘Guille’ Morales despertó, le contaron y apenado expresó. “Esa mujer no era para mí. Como tampoco estaba para tener el mayor reconocimiento al lado de Diomedes Díaz, a quien supe acompañar con las notas de mi acordeón, haciendo posible que dos jóvenes pueblerinos soñáramos despiertos”.
Al cerrar el diálogo, ‘Guille’ Morales se pintó en aquellos años donde las alegrías se cantaban, el amor florecía con rapidez a lo largo del camino y las tristezas salían corriendo. Esos fueron los sentimientos que se cruzaron por su corazón y que le dieron la oportunidad de estar al lado del hijo amado de Rafael María Díaz Cataño y Elvira Antonia Maestre Hinojosa. Diomedes, siempre eterno con su música.
Juan Rincón Vanegas