Desde muy temprano, la plaza Alfonso López comenzó a sentir el murmullo de la fe. A las 4:30 de la tarde, cuando el sol aún iluminaba a los techos de las casas del Centro Histórico, inició el tradicional encuentro del Santo Ecce Homo con el pueblo, una de las manifestaciones religiosas más importantes para los vallenatos y que este año nuevamente fue apoyada por el alcalde Ernesto Orozco Durán, a través de la Oficina Municipal de Cultura.
Los actos iniciaron en la tarima Francisco el Hombre, donde se celebró una eucaristía presidida por monseñor Óscar José Vélez Isaza, un acto litúrgico que conmovió a los más de 2.000 feligreses que asistieron. Allí, entre lágrimas, cantos y velas encendidas, los seguidores reafirmaron su fe, su identidad y su amor por el Santo Patrono.
Muchos católicos llegaron para cumplir promesas que se arrastran por años, y otros, agradecidos por milagros recibidos. Entre los portadores, estuvo el alcalde Ernesto Orozco Durán, quien una vez salió el santo en procesión lo cargó sobre sus hombros como caballero de la guardia, reafirmando su compromiso con la ciudad y con su fe: «Como devoto siempre pongo mis acciones en manos de Santo Ecce Homo y esta tradición fortalece nuestro sentido de comunidad», expresó Orozco Durán.
A paso firme, la multitud recorrió las calles. Las oraciones se entrelazaban con el canto de los devotos y el silencio respetuoso de quienes pagaban penitencia. Llamaban la atención las mujeres de blanco, pertenecientes a la Hermandad de Jesús de Nazareth, quienes caminaban, algunas descalzas, en profundo recogimiento espiritual.
Miriam Conrado Ramírez, de 69 años, es una de esas historias vivas que caminan junto al santo: «Mi mamá me ofreció al Santo Ecce Homo cuando supo que estaba embarazada de mí a los 50 años. Era un embarazo de alto riesgo y ella decidió entregar mi vida al patrono. Desde entonces, cada año camino con él», relató con los ojos llenos de gratitud y devoción.
Esta procesión no es solo una tradición religiosa: es el reflejo del alma de Valledupar, un pueblo que camina unido por la esperanza, el agradecimiento y la profunda devoción por su patrono.